Siempre revuela tu sol,
siempre caen solares en tu
diurna marcha.
Siempre se usan tus antídotos,
siempre refrescan los ídolos
sus vastedades así ponientes;
siempre sos excusa, recipiente
y tenor vociferante cuando hay retruécanos bajo lágrimas.
Pero nunca, jamás,
una ira; ni una violencia, ni
un sitial de disconformidad resultante entre tus variaciones yugulares.